Por desgracia, desde hace tiempo viene siendo “habitual” la aparición en el mercado de numerosos medicamentos que aseguran la cura de enfermedades, el alivio de síntomas… En muchas ocasiones estos medicamentos son efectivos y ayudan a las personas a recuperarse pero en otras, producen el efecto contrario, son los medicamentos que contienen alguna sustancia nociva para el ser humano y lo que hacen es empeorar al paciente en lugar de sanarlo. Un ejemplo de unos de estos casos que salió a la luz hace pocos días es el del laboratorio francés Servier, que comercializó el fármaco para la diabetes: Mediator. Tras numerosas investigaciones realizadas hacia 1993 se descubrió que entre los metabolitos que aparecen tras la absorción del fármaco se encuentra la norfenfluramina, una molécula que causa hipertensión arterial pulmonar, origen de insuficiencias cardiacas. Esta sustancia fue descubierta también en otros productos de Servier y otras compañías farmaceúticas que fueron retirados del mercado en el 1995. Esta fecha y la de las investigaciones realizadas en 1993 indican que Servier conocía los efectos nocivos de este medicamento y pese a ello no fue retirado del mercado hasta el 2009 lo que ha provocado la muerte de unas 500 personas aunque se afirma que la cifra puede llegar incluso a las 2000. En España, fue retirado en el 2005 sin causar ninguna muerte. Actualmente, Servier niega que conociera los efectos nocivos que causaba su medicamento y se ha declarado dispuesto a indemnizar a las víctimas a condición de que éstas abandonen el proceso judicial en marcha.
Como el laboratorio Servier, ha habido episodios similares a lo largo de la historia, gente sin escrúpulos que no le importa traficar con la salud de las personas si van a llevarse una buena suma de dinero, ¿dónde han quedado los buenos investigadores farmacéuticos cuya única motivación era la de prestar sus conocimientos para la ayuda de los demás dejando así su legado a la humanidad?
María Yanguas Miranda
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